viernes, 4 de noviembre de 2011

Narración sobre el Día de Muertos enviada por uno de nuestros asociados

Angel Soriano, colabora en The Haciendas como coordinador de bodas y eventos; es un joven de 23 años nacido en Puebla, Puebla, su gusto por escribir se manifiesta desde muy pequeño, durante sus estudios de secundaria participó en el concurso de literatura "Juventud y la mar" en su natal Puebla, donde ganó el 2do lugar a nivel estatal. Angel desciende de una familia de escritores, es sobrino de la poetiza Maria Alicia Uscanga Lavalle.


...Y así venimos de la Tierra de Mictlán

...Y así venimos de la Tierra de Mictlán, de donde se nos ha dado permiso para regresar... un tiempo... dos tiempos...

Ya se siente intenso el perfume del copal, de la mirra, del incienso; ese aroma que pocos de "Nosotros" podemos oler. Vamos recorriendo un lánguido camino de hojarasca y tierra seca... "Ellos", tienen que arrastrarse por el camino, o van cojeando, o van caminando como con pies más pesados que el plomo.

No nos reconocemos entre "Nosotros"... algunos se lamentan y aúllan como coyotes, otros ríen como pequeñas criaturas y otros sólo sollozan y suspiran como melancolías de penas y recuerdos; pero no recuerdan nada... "Otros" escuchan a lo lejos una suntuosa melodía con un ritmo lánguido, palidecido por el eco y el aire caliente que seca la garganta, y las rimas entonan unos "Dios te salve", unos "réquiem eterna Adonai domeni", unos "ruega por ellos"... un tiempo…dos tiempos...

En la vereda hay perros que corren y merodean a nuestro alrededor, cubiertos por agua como salidos de un río, como siguiendo nuestro caminar por el mismo sendero, sedientos lamen nuestras manos y pies. Pocos podemos ver aún nuestras manos sin carne y nuestros pies que se desboronan cada parte del camino. "Ellos" sin el pellejo de su cara y sin el cuero de sus espaldas, con agujeros en sus rodillas y las piernas horadadas. Seguimos el camino esclarecido por pequeñas llamas que parecen flotar, que parpadean y danzan tristes y arrítmicas como nuestros pobres cuerpos que pesan cada vez más, y lastiman los ojos de algunos que las pueden ver... un tiempo…dos tiempos...

Otro perfume se siente, y se impregna en nuestro cuero, en las fosas de nuestras caras. Es el hedor de las flores que Mictecaccíhuatl ha sembrado en su campo, la cempohualxóchitl de cuatrocientos pétalos; que adornan el oscuro lugar sin ventanas. Y así vamos de rodillas porque ya no podemos caminar. Es mucha el hambre que nuestros vientres sienten, es mucha la sed que nuestras gargantas reclaman, es mucho el cansancio que sentimos sobre nuestros hombros... un tiempo… dos tiempos…

Se nos tiene dicho que allá, mucha gente nos espera con un banquete de honor. "Ellos" no se sienten dignos de llegar, "Nosotros" no recordamos cómo es un banquete, ni qué se hace, ni qué se dice; pero nuestra lengua vibra en murmuro y farfullo de recuerdos… mole con guajolote, atole, calabaza en tacha, pulque, el dulce de la fruta, remolacha, café, maíz, un comal caliente, una mesa con platillos, manteles blancos... un tiempo…dos tiempos…

Y ansiamos llegar al lugar donde Mictlantecuhtli nos ha permitido, donde nos aguarda la añoranza, la melancolía y memorias lejanas...un tiempo...dos tiempos...

De pronto desfallecemos, de pronto nos dormimos, de pronto...Y nos purifica el sopor del incienso, y nos lava los cabellos el agua de azahar, y nos perfuma la esencia de la cempohualxóchit, y nos alumbran todos los cirios, y nos visten las prendas almidonadas ahí puestas, y nos alimenta el banquete servido, y nos endulza el sabor de la fruta, y nos embriaga el alcohol del mezcal, y nos calienta el calor del atole, y nos liberan los retratos del purgatorio, y nos recuerda nuestra fe la cruz de tierra.. un tiempo.. dos tiempos..

...y así, así… venimos de la Tierra de Mictlán.


Por Ángel Soriano

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